Fuentes de la cima: la Mina de Tejeda

Los historiadores coinciden en que la ubicación de la capital grancanaria hubiese sido otra, desde La Aldea hasta Arguineguín, si los Reyes Católicos, el 26 de julio de 1501, no hubiesen autorizado el trasvase de agua desde la parte occidental de Tejeda hasta San Mateo y Las Lagunetas.

Autorizado el conquistador Pedro de Vera por los Reyes Católicos a ejecutar «el repartimiento de tierras y aguas entre los oficiales, soldados y pobladores que acudieran a ennoblecer (¡) Gran Canaria», pronto se vio que el asentamiento elegido corría serio peligro de pervivencia, dado que los caudales aportados por el Guiniguada, muy mermado en verano, no daban para regar los cañaverales de las vegas y expandir los cultivos, ni para mover con eficiencia los ingenios azucareros, instalaciones estratégicas para la economía y la alimentación.

La autorización de los reyes para trasvasar agua desde la parte occidental de Tejeda hasta San Mateo y Las Lagunetas, y de ahí a la capital, salvó este escollo y el que la capital no estuviese hoy en el Barranco de Jinámar, en el de Arguineguín o en el de La Aldea.

Estas fuentes todavía manan agua, lejos del inmenso caudal que tuvieron entonces, y sigue perfectamente delimitada su propiedad entre las heredades de Las Palmas de Gran Canaria y Tejeda y otras. Cuentan que hasta no hace mucho, y todavía ahora, cuando los años son pródigos en lluvias, el agua brota a borbotones del risco, a una altura inusual para un naciente.

Llegar hasta las fuentes de la sierra tejedense es fácil, sobre todo si se va acompañado por gente como Juan del Pino Armas Rodríguez, presidente de la Heredad El Molinillo de Tejeda, y de Nicanor Pérez Jiménez, secretario de la citada entidad y hombre que estuvo al frente del abasto de agua del Ayuntamiento de Tejeda durante décadas.

Los dos, junto con las hijas de Juan, Helena y Sandra, caminamos desde Degollada de la Cumbre hasta el Roque Canario y enfilamos por el Camino de los Manantiales hasta llegar a las fuentes. Son tres y dos de ellas están al aire libre. El venero de la Heredad de las Palmas, que dio origen al famoso Túnel de la Mina de Tejeda, se encuentra cerrado herméticamente.

El camino, una vieja senda que un día fue auténtica autopista en la Sierra de Tejeda, aún conserva por tramos el viejo empedrado que facilitaba el acceso de las bestias. Juan del Pino Armas y Nicanor recuerdan sus años de infancia en estos montes y laderas, cuando aún siendo niños tenían que venir con los burros cargados de millo a molerlos al viejo molino que está en el fondo de la quebrada y que aprovechaba el salto de agua del naciente de la sierra.

Sobre todo Juan, que nació al pie del Bentayga, recuerda sus años de niño y los trasiegos con las bestias para llevar el conduto a una casa llena de chiquillos. Nicanor, posiblemente el hombre que más sabe de aguas de esta parte de la Isla, asegura que Tejeda consume por el grifo el mejor líquido elemento de Canarias, ya que parte del que mana de la fuente va a los diversos depósitos municipales.

HISTORIA A GOLPES DE GOTAS
¿Cuánta gente?
Sentado a la sombra de los saos, con el impresionante paisaje de la cuenca al fondo, casi rozando la cima de la sierra, uno no puede menos que preguntarse por la cantidad de gente que, después de 1550, y antes, disfrutó y vivió de este caudal ya casi agotado. Miles de historias de luchas, de sueños, frustraciones y abusos que crecían a la par que lloraban los riscos el oro líquido.

Heredades.
Las heredades, herencia medieval castellana, se constituyen en Gran Canaria a partir de los repartimientos de aguas y tierras de Pedro de Vera. De esta heredades datan algunas como las integradas en la junta permanente de la de Las Palmas, Dragonal, Bucio y Briviesca y la del Molinillo, en Tejeda, que cuenta con unos doscientos accionistas repartidos por la Isla.

Documentación.
Para indagar sobre esta parte de nuestra historia, los archivos de la Heredad de Las Palmas, recientemente informatizados, son de enorme utilidad para estudiosos y curiosos. Lástima que sólo daten de 1842, cuando se quemó el archivo municipal donde se conservaban. Una anterior documentación fue destruida cuando Van der Does perpetró su ataque a la capital y quemó los archivos consistoriales.

De aquí al infinito
Los nacientes de esta parte de la Cumbre distribuyen su riqueza acuífera a diferentes zonas de la Isla, y no solamente a Tejeda o a la capital grancanaria. El acueducto de la derecha lleva el agua a Arucas y en la imagen de la izquierda se puede ver la protección que tiene el naciente de la Heredad de Las Palmas, explotado desde el siglo XV y que obligó a la realización de una titánica obra de ingeniería que, por sus dimensiones, se sospecha que fue realizado utilizando mano de obra de niños esclavos.

Por todos los caminos
Una vez en el interior de la cordillera, a la que accedemos a través de Degollada de la Cumbre, como se aprecia en la foto superior, el mochilero puede elegir varias alternativas: hacia las fuentes, hacia La Culata o hacia el mismo pueblo de Tejeda o cualquiera de los barrios de su cuenca. La historia de caminos y caminantes se refleja en las marcas, como las que aparecen en la foto de la derecha, que indican que por aquí ha pasado ya alguien que nos quiere indicar la dirección que ha tomado.

http://www.canarias7.es/ocio/mochila/mochila.cfm?id=56

 

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